COVID-19: algunas pautas "para ir tirando"

COVID-19: algunas pautas "para ir tirando"

Capital humano, Prolidera, Psicología, Salud laboral

La situación creada por la pandemia del coronavirus se presenta como un extraño escenario en el que no encontramos experiencias previas en nuestros pasados ni futuros imaginarios predecibles. Sería pretencioso, pues, argumentar este post sin disponer de investigaciones fiables y válidas sobre este caso que acrediten lo que expongo, aunque existen abundantes escritos sobre el efecto psicológico del aislamiento social o del confinamiento. Por ello, me limitaré a aportar algunas pautas "para ir tirando", y ya cada cual que las interprete, las aproveche, las fusione con otros ingredientes, o las arrastre directamente a la papelera de su ordenador.

CONSIDERACIONES PREVIAS

Estas pautas no conforman ningún listado exhaustivo y deben entenderse desde la situación particular de cada uno, por lo tanto, deben poderse adaptar y ampliar según sus necesidades, intereses y circunstancias; lo que vale para unos, no vale para otros. Además, al ser una situación excepcional que conlleva una amenaza real, no hay ninguna receta mágica ni fácil de llevar a cabo. No nos dejemos seducir por mensajes milagrosos, que ninguna persona con poco criterio y dudosa ética profesional te dé la solución definitiva, ni siquiera porque lo haga de forma gratuita, ni bajo la etiqueta de acción solidaria o altruista. Tampoco hagamos caso al adivino que anticipa un futuro alarmista. Digan lo que digan, siéntete libre para hacer o no hacer. Recuerda que en esta situación todavía existe la ley de la oferta y la demanda. En esta situación, como en muchas otras, "querer no es poder".

En esta situación, como en muchas otras, "querer no es poder".

PAUTAS GENERALES

1. "Normalizar" las emociones. Mejor nos olvidamos de querer controlarlas, pues no podemos, no tenemos un botón on-off que las active y las desconecte a demanda en una primera fase que es la del sentir(las). En estos momentos es funcional o adaptativo (por tanto, no es patológico) sentir miedo, angustia, rabia, frustración, tristeza y otras alteraciones del estado del ánimo, y experimentar todas sus manifestaciones sintomatológicas: irritabilidad (más discusiones o conflictividad en la pareja, con los hijos, entre los hermanos ...), alteraciones del sueño, alteraciones del sistema digestivo, tensión muscular o agarrotamiento, etc. Estamos en un entorno desconocido (no tenemos historias personales similares en el pasado) e incierto (no tenemos capacidad de prevenir ni anticipar el futuro con certeza), y los organismos responden así ante una amenaza o cambios en su hábitat. Patológico, por tanto, sería no mostrar miedo o angustia, y arriesgado sería decir que no tenemos y que sabemos (y podemos) gestionar bien esta situación. Aceptar nuestras emociones no es resignarse y dejarse vencer; más bien lo contrario, es salir victorioso.

Conviene también expresarlas y compartirlas de forma saludable y útil (no hay que dramatizar) con personas de confianza o profesionales. Mostrarnos vulnerables (yo mismo también siento angustia y muestro poca paciencia, muchas veces tengo que pedir disculpas a mi mujer y a mis hijos). Pero no debemos convertirnos en "un grifo abierto", ni mucho menos "un río desbordado". Todos tenemos derecho a la "pataleta", pero este derecho debe tener utilidad, dirigirlo bien (hacer uso de los canales formales y de los recursos disponibles de las instituciones) y estar limitado en el espacio y tiempo. En cuanto al sentido del humor o la diversión, por supuesto, pero hay que tener en cuenta en no pasarse del límite que pueda derivar en euforia o excitación como recurso distractor o anestésico.

Otra cosa es lo que hacemos con las emociones. Esta segunda fase la llamamos la fase de la regulación. La tristeza es funcional y saludable, la depresión no. La rabia es funcional y saludable, la violencia no. El miedo es funcional y saludable, la histeria no. No es saludable apalancarse (pasividad o sedentarismo), aislarnos (no socializar), buscar continuamente información médica como quien está haciendo una tesis, cotillear o compartir rumores con contenido catastrófico o destructivo (el cerebro necesita explicaciones, pero no hay que culpabilizar a políticos -ahora, luego ya pediremos responsabilidades-, matar a quien sigue vivo ni estigmatizar a personas contagiadas), tomar fármacos sin control para minimizar el malestar, acudir a la distracción adictiva o sin medida (juegos virtuales, redes sociales, etc.), o arrasar en los supermercados...

2. Marcar rutinas o pautas diarias. Ello comporta promover la autonomía y la sensación de competencia y control, sentirnos últiles estableciendo bloques de tiempo para las distintas tareas: hora de levantarnos, higiene personal, quitarnos el pijama y vestirnos, 20-30 minutos de deporte (subir y bajar escaleras, caminar o trotar por el pasillo, musculación, bici o cinta estática, aerobic u otras actividades dinámicas guiadas por video) o yoga/pilates/meditación, ducha, desayuno/almuerzo, trabajo/deberes, tareas de casa (lavadora, plancha, limpieza, organizar armarios, cambiar muebles de lugar o redecorar la casa ...), ocio/descanso, prepararla comida, comer, descanso/siesta, trabajo/deberes, leer/escuchar música/TV/juegos (no hay que estar todo el día viendo TV o videojuegos), deporte moderado o yoga/pilates, preparar la cena, cena ligera, TV/leer, dormir.

3. Socializar. Conectar de vez en cuando con familiares, amigos, compañeros, por teléfono, videoconferencia, whatsapp (recomendable sólo para mensajes cortos), participar en grupos de Facebook, etc.

4. Buscar y compartir sólo información útil y filtrada. Paradójicamente, cuanta más información tenemos para tener el control y sentirnos seguros, más angustia sentimos. ¿Cuántas horas o vidas necesitaríamos para disponer de todo el conocimiento universal o todos los datos que circulan por la red?

5. Desarrollarse. Descubrir nuevos intereses y desarrollar nuevas competencias: formación online, videotutoriales YouTube, leer, estudiar, etc.

6. Ser flexibles. Sobre todo, mostrar flexibilidad con todas las recomendaciones o pautas, no debemos sentirnos obligados ni debemos rendir cuentas a nadie, sólo a nosotros mismos. Planificar sólo en el corto plazo (día, semana).

No debemos rendir cuentas a nadie, sólo a nosotros mismos.

CON NUESTROS HIJOS

1. Deberes. Deberes de escuela, sí, por mantenerlos ocupados, promover los hábitos y la disciplina (deben hacer lo que tienen que hacer, no lo que quieren hacer), pero sin agobiarnos ni agobiarlos, siendo flexibles. Nunca podremos simular la educación recibida en la escuela.

2. Hacerles partícipes. Explicarles con un lenguaje adaptado a su edad lo que pasa, no podemos aislarlos de la realidad ni contarles "películas", o educaremos personas con poca tolerancia a la frustración y alejadas de la realidad.

3. Promoción de valores familiares. Aprovechar para reforzar valores familiares (ahora tenemos más tiempo para servirles de ejemplo y corregir desviaciones: compartir juegos, pedir disculpas, sentarnos en la mesa todos juntos para comer sin TV, cuidar la higiene personal: lavarse las manos y los dientes, etc.) y la gestión emocional (mostrarles lo que nos preocupa, que somos vulnerables y recordarles que los verdaderos héroes están en los libros), explorar nuevos intereses y desarrollar nuevas competencias (cocina, dibujar, bailar .. .), compartir tareas de casa (hacerse la cama, ordenar la habitación, limpiar la ducha...).

CON NUESTROS TRABAJADORES

1. Servirles de ejemplo. Mostrarles confianza, pero también realismo: tal vez no podremos soportar mucho tiempo una estructura de personal si no se reactiva la capacidad de hacer negocio.

2. Ofrecer recursos. Poner recursos de ayuda a su disposición: servicio de prevención, mutua, psicólogo, asesor laboral, etc. Hay que atender los riesgos laborales psicosociales (estrés, carga física y mental, etc.).

3. Mantenerlos informados y promover la comunicación. Hoy en día tenemos a nuestro alcance muchos recursos y aplicaciones informáticas y móviles gratuitas: videoconferencia (Skype, Teams, Hangout), redes de empresa (intranet corporativa, Yammer, o grupos privados en Facebook), e-mailing o newsletter (Mailching, Mailrelay), etc.

4. Considerar la formación online. Mediante plataformas Moodle, Udemy, etc.

5. Felicitar y animar. Promover el reconocimiento al esfuerzo y el compromiso de los miembros del grupo en redes sociales (LinkedIn, Instagram) y otras plataformas corporativas (intranet, Yammer).

6. Acompañarlos durante y después. Valorar recursos de acompañamiento o coaching (outplacement o recolocación) en formato online o presencial (cuando pase todo) para desarrollar la empleabilidad y así hacer frente a los posibles ERTE y despidos definitivos.

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